viernes, 20 de marzo de 2015

Reflexión sobre el Marxismo, la Teoría del Capital Humano, la Escuela Activa y la pedagogía de Paulo Freire.

El derecho a la educación es un derecho fundamental y universal, lo cual implica que lo tienen todos los seres humanos por el simple hecho de serlo, por lo tanto, ello obliga a que la educación sea gratuita, pues sólo de este modo estará al alcance de todos. Este derecho no sólo consiste en adquirir conocimientos, sino que va más allá y ha de consistir en una educación integral que abarque lo cognitivo, lo moral y lo físico. Sólo con la educación integral el hombre se va a educar y va a poder ser libre.

Esta educación no puede seguir un modelo unidireccional en el que el docente transmita los contenidos y los alumnos se limiten a memorizarlos para luego reproducirlos de forma mecaniza y autómata. La educación debe ser bidireccional o recíproca, lo cual supone que tanto el profesor como los alumnos están aprendiendo continuamente los unos de los otros. En esta modalidad se hace imprescindible que exista un diálogo, pero no se puede hablar de diálogo si éste está fuertemente condicionado por limitaciones de índole política, religiosa, económica, social, etc. Es necesario que exista libertad de expresión y de opinión, de tal forma que los alumnos puedan expresar sin temor sus opiniones, valoraciones, inquietudes, deseos, miedos, etc. Ahora bien, esto será viable siempre y cuando no atente contra las opiniones y creencias de los demás. En palabras de Jean Paul Sartre: “Mi libertad termina donde empieza la libertad de los demás”.

Para que la educación sea efectiva es necesario que partamos de la realidad de nuestros alumnos, de lo que conocen, de lo que les interesa, de lo que los motiva… Pues es preciso que el alumno se sienta atraído hacia el aprendizaje y qué mejor manera de conseguirlo que motivándolo por medio de sus intereses. Una vez que hemos partido de su realidad se hace imprescindible que estimulemos su pensamiento crítico, de tal forma que el alumno sea capaz de ver más allá de lo que los demás le dan a conocer. Queremos alumnos que sean capaces de investigar, de analizar, de reflexionar, de criticar, de posicionarse y de tomar decisiones, porque esos alumnos que ahora son niños el día de mañana serán adultos y ciudadanos. Adultos que podrán cambiar la sociedad en la que viven siempre y cuando participen activamente en la misma. Cabe aquí incluir la cita de Paulo Coelho “El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión”, pues las palabras se quedan en eso, simples palabras, y lo que la sociedad requiere para progresar son acciones. Sujetos que actúen y que se posicionen. Para que esta idea se convierta en una realidad es ineludible que exista una inversión económica en la educación. Una inversión que garantice la calidad, la gratuidad, la accesibilidad y la laicidad de la misma.

Me atrevo a concluir esta reflexión con la cita de Nelson Mandela “La educación es el arma más poderosa que puedes utilizar para cambiar el mundo”. La educación es el motor de una sociedad, por lo que en función de cuál sea el desarrollo educativo de un país así será su sociedad. Para que la educación pueda cambiar el mundo es necesario que formemos personas activas, que dialoguen, que reflexionen y que tomen decisiones.






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